PUBLICACIONES
SIN EQUIPAJE/
cuentos Editorial Dunken
ANTOLOGÍA POÉTICA 2007
Ediciones Mis Escritos
EL MUNDO El MUNDO EN UNA CIFRA
Ediciones Andrónico
LETRAS DEL MUNDO 2006 Nuevo Ser Editorial
MUNDO LITERARIO 2006
Nuevo Ser Editorial
PREMIOS
Premios en poesía:
"Río de la Plata" ,2004-
Mención de Honor IV Certamen Internacional de Poesía y Narrativa Breve www.misescritos.com. 2006-
Primera Mención I Certamen de poesía Ediciones Andrónico.
"Mar", 2005-
Finalista X Certamen Internacional de Poesía y Narrativa Breve promovido por Nuevo Ser editorial. Finalista en el "3º Certamen de poesía y Narrativa Breve" organizado por Ediciones Andrónico.
"El entierro del Carnaval" 2006-
Finalista XIII Certamen Internacional de Poesía y Narrativa Breve Editorial Nuevo Ser. 2006-
Finalista del I Certamen de poesía Ediciones Andrónico.
"Carmelita", 2006- ganadora del “III Concurso Radial y I Concurso Televisivo de Cuento Breve y Poesía de la Librería Mediática”, Venezuela 2006.
Finalista XIII Certamen Internacional de Poesía y Narrativa Breve Editorial Nuevo Ser.2007-
Finalista "6to Certamen intarnacional de Poesía y Cuento Breve", Editorial Mis Escritos.
"A San Isidro Labrador" 2006-
Finalista en el "3º Certamen de poesía y Narrativa Breve" organizado por Ediciones Andrónico. 2007-Finalista 6° Certamen internacional de Poesía y Cuento Breve", Editorial Mis Escritos.
Premios en Narrativa:
"Cuento corto de Navidad" 2007- Finalista en el "3º Certamen de poesía y Narrativa Breve" organizado por Ediciones Andrónico.
"El reto" 2007-
Presentado en la 33 Feria del Libro 2007 en el libro "Sin equipaje" de Editorial Dunken.
POESÍA
EL ENTIERRO DEL CARNAVAL
En Montevideo mi cuarto tiene las paredes azules,
y de vez en cuando, en carnavales, yo abro las ventanas.
Y es entonces que te digo:
Súbete conmigo a la distancia y recorre el arco iris.
Imaginemos puentes construidos por las ganas.
Te recuerdo… Placeres… Vida. ¿Los añoras?
La almohada, tu espalda, el reposo y la mañana.
Yo te suplico, gladiador herido, retorna a la casa.
O la lucha te vence o tú vences la trampa.
Ay, inteligencia
que retuerces las verdades,
insolente y desquiciada.
Conciencia tan deseada,
desapareces y reapareces
y aún… estás ausente.
Ausencia que me invades
escapando de lugares
y retornas mi nostalgia.
Timbales que cantan castigando mi esperanza.
Retumban en mi lecho golpeándome en el pecho.
Crucifica mi vida el son de un candombe.
Me invento una huída sin saber adonde.
Tambores como pulsos impulsan mis dolores.
¿Por qué el carnaval vuelve a pasar sin dejarme olvidar?
Y es entonces que recuerdo que cierro mis ventanas como rito de tu entierro.
En Montevideo, mi cuarto, tiene las paredes azules,
pero de vez en cuando, en carnavales, ese azul, es más intenso.
Maria Dodera
RÍO DE LA PLATA
Espuma que baila, espejo aplomado
donde se hunden el candombe y el ocaso.
Tu lecho mulato atesora en su entraña
de pasados naufragios las herrumbres que matan.
Rebordeando la pampa como húmeda cancha
tu pelaje de puma se extiende y avanza.
Como boca te ensanchas, pareciera que hablas
al océano atlántico encontrando su alma.
Y es entonces que extraño tus abrazos de agua
invitando a la danza de una milonga callada...
Contemplar el infinito azuleja tu mirada,
baños de sales marinas, de vientos y marejada.
Pero el mar trae nostalgia a un corazón de pirata
y lo increpas y te enojas inventando sudestadas.
A tu delta, tu guarida, lo acechas por la espalda.
Son de puma tus espumas y es de tigre tu morada.
Planeado el abordaje te lanzas a la carga.
Son tus fuerzas, los oleajes y es tu arma la estocada.
Agrietan las orillas tus garras escarpadas,
te devuelves en sonrisas disfrutando la llegada.
Acabada la partida acurrucas remolinos
ahuecando tus sonidos con festejos de batalla.
Soles de la mañana juguetean en tus aguas:
sueñas con carnavales disfrazado de guirnalda.
Y yo río por mi río que ahora moja mi cara.
Que no temas! Que no olvido tus dorados y tus platas!
Es tu paisaje errante savia para mi alma,
fiel caballero andante, El Río de la Plata.
María Dodera
CARMELITA
Carmelita tiene los pies descalzos
Pero de noche no reza
Me grita desde el semáforo
Que la ayude con lo que tenga
Juega a los malabares
Entre los autos que frenan
En las ventanillas estampa
Sonrisa de plata y fresa
Brillantes sus ojos negros
Dos noches y dos luceros
Y en un cuerpito tan flaco
Pimpollo rojo magenta
Su boca como el ocaso
Aún hambrienta se cierra
Su piel como de cartón
Recubierta de cera
Se parece a la de su madre
La única y verdadera
No la que la abandonó
Cuando cumplía los dos
Sino a la del velo marrón
La que de subida al cielo
Se apareció en el Carmelo
La virgen del escapulario
A la que le rezo el rosario
Para que guíe los pasos
De los piecitos descalzos
De esa niñita Carmela...
Desde que abra el semáforo
Hasta el día en que se muera.
María Dodera
MAR
Como ves el mar
ves a tu vida
pequeña gota sumergida en las distancias.
Sueñas verdes y esperanzas,
azul intenso y verde agua.
Nunca quieta
te acuna el agua
como seno suave te acaricia el alma.
Te empapa su destino que se pierde y se levanta
en olas que te mecen o desgarran.
Mar de batallas y de luces que cambian,
tu profunda mirada de colores me distrae.
Hermoso eres
cuando te vistes de plata,
acorazado en la lucha te defiendes si te atacan.
Es inexplicable tu forma
perdida a cada instante.
Te renuevas y floreces...
mil primaveras dibujan tus alas
mil otoños te deshacen en espumas doradas.
Te transparentas en verano
y tu profundidad te delata,
cuentas de caracolas y piedras esmaltadas,
tesoros escondidos en barcos de piratas.
Induces meditaciones cuando la calidez te arrebata.
Te cerca el invierno y tu superficie amalgamas
endureciendo tus capas inspirado en las corazas.
Gélida y opaca vuelves tu mirada,
el frio la fortalece
y al intruso espanta.
Se deslizan brillantes tus pistas aceradas,
tus témpanos errantes te convierten en montañas.
Resucitas en mareas y aunque pierdas la calma
tu vida es mi vida
como una gota de agua.
María Dodera
A SAN ISIDRO
San Isidro,
Pampa enamorada de río
y su caricia de selva.
Dicen por todas partes
dicen las malas lenguas
que olvidas que tu origen
es un desierto de piedra.
Usan el césped inglés
arrancando tu maleza
y no es la yerba es el té
tu única merienda.
Sólo quedan de tus huestes
los caballos de carrera,
y una flota de veleros
de tu marina de guerra.
Son tus aviones de combate
las aves de la reserva.
Proteja el Santo Patrono
labrador de la tierra
en tu memoria de pampa
el vigor de la huella
Recuerdos de Mariquita
los suspiros y las fiestas...
Quinta de Pueyrredon,
Juan Martin y San Martin,
memorias de algarrobo
y destinos sellados
Solados de ladrillos
patios con madreselvas
y muros encalados
con sangre de toro bravo
Perecen tus próceres
los hombres y sus ideas,
mas los encuentros con tu río
perduran con las mareas...
San Isidro,
Pampa enamorada de río
y su caricia de selva.
Maria Dodera
NARRATIVA
EL RETO
Influyen los montes, las hojas verdes y los árboles en el paisaje interior.
Si se transplantan con cuidado alumbran los espacios como retazos del pasado. Cosidos en patchwork me invaden la mente. Descansan mi cansancio.
Me esfuerzo por recordarte esa tarde respaldado en el sillón color bordeaux.
En el vestíbulo de la sala principal después de almorzar la siesta anidaba.
Recortaba tu silueta la luz quebrada en el vitraux.
Es que apenas puedo dibujarte, oscura tu figura e iluminada el aura de tus canas.
Me vuelco hacia el pasado y una voz me espanta mientras un cantero de hortensias, más azules que rosadas en bicicleta me acompañan.
Doy la vuelta sin frenar y escapa mi huida.
Hay un patio, el de atrás con palmera y muro alto, donde caminan sólo gatos, una pieza para trastos y una escalera en espiral.
Y luego, un puente de hadas, la azotea y el más allá poblado de palomas blancas.
Mi universo acababa en la azotea cuando desde arriba observaba ese jazmín florecido de estrellas diurnas en verano.
Es que te has marchado…
Tú, junto a tu casa, los jazmines y los patios, las glicinas y las persianas.
Ni la bicicleta que no era mía me ha quedado.
Qué podría esperar si la compartía con hermanos.
El humo niebla las imágenes perdidas.
El dormitorio principal, la cómoda con espejos y el piso de pinotea.
Tras las ventanas las cortinas, los postigos y el balcón juegan a las escondidas.
Se deshacen o deshago pensamientos.
Tejidos del recuerdo que olvido con esfuerzo en esa huida y esa partida.
Ahora tengo bicicleta que no uso porque hay autos, y tengo auto que impide que me detenga. Necesito jardines cultivados y desmalezar esas malezas.
Es que hieren las espinas de las imágenes que me miran.
Abuelito. Adiós abuelito, te dejo tranquilo y perdona que ya no pueda despertarte para un reto más.
María Dodera
CUENTO CORTO DE NAVIDAD
Es que no fue feliz mi infancia.
Me escondo en la poesía. Las metáforas cuentan dolores intransferibles.
Me refugio en la belleza aunque ella no se refugie tanto en mí.
La armonía me cura y me conforta.
Vencen a la soledad las palabras, aquellas que trascienden por su veracidad insoslayable y pasan a ser del mundo sin mostrarme.
Y estoy ahí en sus cuerpos y en sus mentes cuando interactúan mis señales como de humo, en ese lenguaje incomprensible para muchos y sofocante y tibio para algunos.
Me separan los recuerdos en vez de encontrarme.
Me vacían el espíritu desgarrando el alma.
¿Qué podría contarte?
Navidad de Navidades.
Tal vez otra metáfora.
El cielo azul oscuro intenso.
Mi búsqueda inalcanzable.
Una cruz de estrellas como faro en la vida que transcurre.
Camino hacia el sur como si fuera mi norte desde entonces.
Busco el horizonte ya no sobre la tierra sino sobre los montes y aún más arriba está mi huida.
Es que la víspera de Navidad era aburrida: todos ocupados por la mañana, descansaban por la tarde.
Solía esperarla bajo la mesa como si fuera mi propio retablo, pienso ahora.
Escudriñaba los pasos de los adultos. ¿Adónde iban? ¿Qué era tan importante?
¿La comida? No me bastaba esa pavada o el pan dulce.
Como un tablero de ajedrez el piso del comedor se poblaba de mesa, sillas y aparador, árbol, luces y el Niño Dios.
¿Dónde nace el Niño? Me respondían: en el corazón.
Volé, volé alto para encontrarte hasta esa noche estrellada donde la Cruz del Sur me indicara que, gracias a Dios, la realidad abría nuevos horizontes y me levantaba a otro lado. Y soñé, soñé mucho, con toda el alma. Las estrellas me observaban y me cuidaban y escuché por fin unas palabras: ¿vas? de donde vienes… a Dios.
Desde entonces soy nauta. Y como nauta en mar de inquietudes tengo mis pies sumergidos en agua susceptible de tempestades. Por eso sucede. Yo escribo en noche de insomnio tras el naufragio. Distingo y disipo palabras que armonizan en mi alma. Y allí encuentro tu piadosa mirada, resplandeciente tu rostro que me da la paz. Y entonces callo.
Maria Dodera